15º domingo después de Pentecostés, 24º en el año

Jesús le dijo: “No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.

Mateo 18,22

En nuestra vida reclamamos y suplicamos por ciertos beneficios, pero cuando los recibimos somos incapaces de darnos cuenta de que otros también los necesitan. Olvidamos fácilmente esa misericordia y amor que hemos recibido para actuar con dureza y fiereza frente a la necesidad del otro.

Hoy en este Domingo, Jesús nos cuenta una parábola para explicar cómo se vive el perdón. En dicha parábola un siervo que tiene una deuda con un rey, suplica que se tenga misericordia de su situación, lo cual les es concedido. Pero cuando el siervo se encuentra con alguien que tiene una deuda hacia su persona, no tiene misericordia de ese otro y actúa con dureza condenándolo.

Ayer hablamos de cómo ver a Dios. Si no somos capaces de ver todo el amor que Dios tiene hacia nosotros, perdonándonos nuestros pecados mediante su gracia, si no vemos que somos parte del cuerpo de Cristo porque Jesús pagó con su vida por la nuestra y resucitó dándonos su perdón ¡Somos ciegos!

Y creo que lo primero que nos condena es nuestra falta de memoria, y nuestra incapacidad de ver reflejada nuestra historia en el hermano. Cuando actuamos de esta manera nos estamos negando a nosotros mismos y estamos negando el amor de Dios, lo cual es nuestra propia condena.

En este Domingo te invito a que juntos recordemos y viven-ciemos todo el amor que Dios ha tenido con nosotros, como él nos ha dado una y otra vez de nuevo su perdón, para vivir ese perdón comunitariamente, que sabemos que ha sido más de setenta veces siete. Amén.

Javier Gross

Salmo 103,1-13; Génesis 50,15-21; Romanos 14,1-12; Mateo 18,21-35

Agenda Evangélica: Salmo 146; Génesis 28,10-19a(19b-22); Lucas 17,11-19; Romanos 8,14-17; (P) Lucas 19,1-10

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print