2° domingo después de Epifanía, 2° en el año.

Juan vio a Jesús, que se acercaba a él, y dijo: “¡Miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”
Juan 1,29

¿Quién es Jesucristo? Esta pregunta vuelve una y otra vez. ¿Quién dices que es Jesucristo? ¿Quién es éste cuyo nacimiento celebramos en Navidad? ¿Quién es éste que se enfrentará a la cruel muerte de cruz, impuesta por los romanos? ¿Quién es éste que impactó y sigue impactando la vida de tantas personas y sociedades? ¡Las respuestas son muchas! ¡A veces son confusas! En el momento en que estoy escribiendo esta meditación, Ucrania está siendo bombardeada por el ejército ruso por vigésimo séptimo día. Los niños, las mujeres y los ancianos se encuentran entre las mayores víctimas. ¿Permite esto el Dios que se revela en Jesucristo?
Juan el Bautista, al ver a Jesús, dice: “¡Miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (v. 29 y 36). Jesús, el Cordero, es el Cristo, el Mesías esperado (v. 41).
El testimonio de Juan remite a la historia de Dios con su pueblo. Remite a la experiencia de la liberación de Egipto, el cordero de la Pascua (Éxodo 12,1-24; 1 Corintios 5,7). En este Cordero encontramos al Dios misericordioso, movido por la compasión y el amor. Esta imagen de Dios que Jesús nos revela, frustra muchas expectativas humanas respecto a Dios.
¡Nada de fuerza bruta, ni exhibicionismo, sin poder, ni juicio! El proyecto ético de Dios revelado en Jesús tiene otro parámetro. En Jesús se revela el principio de la gracia de Dios, la generosidad, el amor, que quiere salvar, rescatar a quien está perdido, restaurar la paz. Dios quiere humanizarnos de nuevo. Por eso cantamos:
“Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Ten piedad de nosotros. (2 v.)
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Danos la paz”.

Nestor Paulo Friedrich
Juan 1,29 – 42

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