19° domingo después de Pentecostés, 28º en el año

Muchos son llamados, y pocos escogidos.

Mateo 22,14

Si todos los cristianos somos llamados, pero al final los elegidos son pocos, nos puede entrar cierto desaliento. Esto nos pasaría si leemos con apuro y sin pensar mucho. Pero la cosa es un poco más profunda, y toda la parábola nos está alertando de que nada de todo lo que hacemos le es ajeno al “ojo” de Dios. Se nos avisa (afortunadamente con bastante anticipación) que seremos juzgados y tratados de acuerdo a cómo nos comportemos acá en este planeta llamado Tierra. Pero no olvidemos que todas las enseñanzas de Jesús apuntan a ayudarnos a que seamos del grupo de los elegidos. Empezamos a darnos cuenta de que el resultado final depende bastante de nosotros.

El relato de Mateo recoge una parábola de Jesús contada casi al final de su ministerio terrenal, en ocasión de su caminata de subida a Jerusalén, donde se nota un tono de despedida.

¿De qué les habla el Señor? Del reino de Dios, el precioso estado de plenitud donde todos deseamos estar. Y Jesús compara: afirma que el reino es semejante a un rey que hizo una fiesta para su hijo el príncipe (22,1). Pero suceden muchas cosas que pueden hacer fracasar la fiesta, y los responsables son nada menos que un grupo rebelde de invitados.

En el pasaje aparecen dos pensamientos: el primero en el versículo 7, que habla de castigo; y el segundo en el versículo 12, es un aviso a la comunidad para que tenga dispuesto el traje de ceremonia. Porque no cualquier persona que se diga cristiana y no viva el Evangelio podrá “disfrazarse de tal” haciéndose pasar por lo que no es. Inmediatamente será descubierto, avergonzado y sacado a empujones del banquete del rey.

Es de notar el esmero y refinamiento que se ve en los preparativos de este ágape especial. Todo lo mejor se ofrece a los convidados que, según el relato, es de primera. Nosotros debemos pensar hoy como convidados, ¿qué haremos con esta preciosa invitación que nos hace el Rey?                                                                         

Alicia S. Gonnet

Salmo 106,1-6, 19-23; Éxodo 32,1-14; Filipenses 4,1-9; Mateo 22,1-14; Agenda Evangélica: Marcos 10,17–27

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