4° domingo después de Pentecostés, 11° en el año

La tierra da fruto por sí misma: primero la hierba, luego la espiga, y por último la espiga se llena de granos. Y cuando el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.

Marcos 4,28-29

Marcos, en su evangelio, se dirige a una comunidad de origen pagano y enfatiza el misterio de Jesús como Hijo de Dios. En este texto Jesús utiliza parábolas para explicar el misterio del reino de Dios a la gente que lo seguía.

Muchas de las comunidades de nuestra iglesia están ubicadas en ámbitos rurales, y por eso creo que los ejemplos y parábolas de Jesús tienen el peso de ser sus enseñanzas, pero también la facilidad y el encanto de lo cotidiano.

Nuestra congregación, ubicada en pleno valle frutícola, no sólo comprende muy bien los procesos de la agricultura sino que incorpora en los cultos elementos del entorno inmediato. Por eso, así como celebramos y agradecemos anualmente por la cosecha de frutos, ojalá -como querría Jesús- que avancemos en la comprensión del reino de Dios y luchemos por hacerlo realidad, acá en este mundo. Un mundo muy necesitado de justicia, solidaridad, amor.

María Teresa Rolón

Marcos 4,26-34

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