5° domingo de Pascua (Cantate)

Mi Padre es glorificado cuando ustedes producen abundantes frutos: entonces pasan a ser discípulos míos.

Juan 15,8

Este versículo pertenece a un discurso de Jesús que todos ya hemos leído y/o escuchado muchas veces: “yo soy la vid y ustedes las ramas…” En el fondo no hace falta hacer ninguna interpretación, Jesús lo explica con tanta claridad, y tampoco hace falta ser agricultor como para entender lo de la vid, y cómo cultivarla mediante la poda.

Viví casi toda mi infancia y juventud en la casa de mis abuelos que tenían viñedos, igual que los vecinos. Así que trabajar durante todo el año y en mi tiempo libre en el viñedo era lo más normal para mí y mis amigos. Cuando se acercaba la época de la cosecha los dueños comenzaban a recorrer sus viñedos y también los de los vecinos. En una ocasión mi abuelo me explicó: El estado de un viñedo, de sus vides, la calidad de sus uvas…, te dice quién es el dueño.”

En el fruto se manifiesta nuestra pertenencia. Hoy es domingo, vamos a la iglesia para escuchar la Palabra de Dios, nuestro Padre celestial. Lo hacemos por costumbre o por convicción. La pregunta es si sentimos esa pertenencia solamente en el culto o si se manifiesta en la vida cotidiana, si aquello que escuchamos, que sentimos, que compartimos, se transforma en fruto de buena calidad. En nuestra vida, su estilo, nuestras actitudes, gestos, palabras, nuestra capacidad de amar incondicionalmente el mundo ve quien es nuestro Padre.

Soy rama de la vid verdadera. Ayúdame, Señor, a dar buenos frutos. Límpiame y dame fuerza para que en mi vida sea glorificado nuestro Padre Celestial. Amén.

Reiner Kalmbach

Salmo 22,24-30; Hechos 8,26-40; 1 Juan 4,7-21; Juan 15,1-8

Agenda Evangélica: Salmo 98; 1 Samuel 16,14-23; Colosenses 3,12-17; Lucas 19,37-40 (P)

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