22º domingo después de Pentecostés, 29º en el año

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Pero entre ustedes no debe ser así.

Marcos 10,43

Cuando los discípulos escucharon de Jesús que iba a morir, pero al tercer día resucitar; muchas cosas pasaron en sus cabezas. Entre ellas, la idea de buscar algún lugar de privilegio o pasar a ser el líder del grupo. Entonces Jesús les dice: no debe ser así entre ustedes.

Lo dijo aquella vez, pero, si miramos la historia de la Iglesia, nos damos cuenta de que los deseos y pujas por el poder y los privilegios surgieron desde el principio. ¡No podemos con nuestro genio!

Un escrito de Alejandro Zorzin sobre Catarina von Bora dice que a partir de los matrimonios de los religiosos, se acabaron las jerarquías: ya no están las personas consagradas y las que no. Esto fue algo muy importante del movimiento de la Reforma.

Sin embargo, a pesar de ser protestantes, no lo vivimos de esa manera, hacemos diferencias entre nosotros: quienes están dentro o fuera de la iglesia, de las comisiones, del pastorado, de la Junta Directiva, de la presidencia. Mucha gente actúa diferente si el pastor está presente o no. Esto significa que somos jerárquicos aunque hablemos del sacerdocio universal de los creyentes.

Mientras tanto, Jesús nos sigue diciendo: no debe ser así entre ustedes.

¡Qué distinto sería si cada uno de nosotros, de nosotras tuviéramos la vocación de servicio! Que estuviéramos dispuestos, dispuestas a dar de nuestro tiempo y bienes a favor de quien lo necesita. Qué distinto sería si en lugar de categorizarnos entre nosotros lleváramos adelante la propuesta de Jesús de servir al otro, a la otra. Nuestra iglesia sería distinta.

Estela Andersen

Salmo 33,4-5.18-20.22; Isaías 53,10-11; Hebreos 4,14-16; Marcos 10,32-45; Agenda Evangélica: Jeremías 29,1.4–7.10–14                                      

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