4º domingo de Adviento

Pide para ti señal de Jehová tu Dios que haga un milagro que te sirva de señal, ya sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto.

Isaías 7,11

¡Qué oferta más grande de parte de Dios! Quiere ayudar al rey Acaz que está en una situación muy dramática ante el ataque de los reyes enemigos. Para ello le ofrece algo increíble: Puede pedirle a Dios una señal milagrosa, no importa cuál. Dios quiere demostrarle a Acaz que está de su lado. Quiere despertar su fe. Quiere que comprenda que lo que él promete, es verdad.

Pero el rey Acaz sigue confiando sólo en su propio razonamiento, en sus propias fuerzas. Dice: -No pediré-, y lleno de hipocresía agrega: -No tentaré a Jehová. Pero si Dios mismo lo ofrece, no es tentación. Isaías critica esa hipocresía de Acaz, y luego anuncia la señal que Dios dará: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Y antes de que el niño sea capaz de distinguir entre lo malo y lo bueno, los enemigos ya no estarán más. También la profecía del versículo 9 se cumplió: “Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis.” Poco tiempo después, los asirios llegaron a con-quistar casi todo el reino de Judá.

Y la profecía del nacimiento de Emanuel, “Dios con nosotros”, se cumplió con el nacimiento de Jesús en Belén. Es el milagro más grande de la historia. De la virgen María nace el Hijo de Dios para salvarnos.

¿Qué hacemos con esta oferta de Dios? No la rechacemos como la rechazó el rey Acaz. Dios nos da la mano, a pesar de nuestros fracasos. Aceptémoslo con alegría: Dios está con nosotros y quiere que-darse a nuestro lado hasta la eternidad.

Luisa Krug

Salmo 24,1-6; Isaías 7,10-14; Romanos 1,1-7: Mateo 1,18-24

Agenda Evangélica: Lucas 1,26–33 (34–37)38

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