2° domingo de Pascua, Quasimodogeniti

Juan saluda a las siete iglesias de la provincia de Asia. Reciban ustedes gracia y paz de parte del que es y era y ha de venir.

Apocalipsis 1,4b

Juan, a quien se le adjudica la escritura del libro del Apocalipsis, empieza su texto con un saludo, que en realidad es una fórmula utilizada varias veces en el Nuevo Testamento: desea Gracia y Paz.
¡Qué forma maravillosa de saludar y de entablar una relación o un diálogo! ¿Qué más podría uno pedir o desear?
Gracia y Paz son en realidad conceptos muy complejos y profundos. No se pueden explicar, porque en realidad hay que sentirlos y vivirlos, en el día a día, en la relación con los demás. En la relación con nosotros mismos y en nuestra relación Dios.

La Gracia de Dios es algo extremadamente precioso que no se puede comprar ni con todas las riquezas habidas y por haber, y que sin embargo Dios nos regala de manera totalmente gratuita sin pedir nada a cambio, solo porque nos ama como sus hijos e hijas. Es un don de Dios, que se refleja en nuestra propia existencia.

Lo mismo pasa con la Paz, no es un producto que podamos comprar ni vender ni tampoco acomodar a nuestro antojo. Es mucho más grande que eso. La paz es algo que se construye día a día y de manera conjunta, entre todos y todas y que está íntimamente relacionada con el respeto, el cuidado, la justicia, el perdón y la fe.
Reciban ustedes también hermanos y hermanas Gracia y Paz de nuestro Dios, todos los días de su vida. Amén.

Karla Steilmann

Salmo 118,14-29 o Salmo 150; Hechos 5,27-32; Apocalipsis 1,4-8; Juan 20,19-31
Agenda Evangélica: Salmo 116,1-9.13; Isaías 40,26-31; 1 Pedro 1,3-9; Juan 20,19-29; Colosenses 2,12-15 (P)

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