23º domingo después de Pentecostés, 30º en el año

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Jesús le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? Él le respondió: Maestro, que yo pueda ver.

Marcos 10,51

Qué interesante que es este texto para que juntos podamos pensar lo importante que es para una persona poder expresar lo que quiere, lo que le pesa, lo que necesita. Como así también ver cómo Jesús nos muestra la forma en que se debe hacer la misión, que no es imponiéndonos sobre las personas, o darles lo que nosotros creemos que ellos necesitan (aunque esto sea obvio para todos). La evangelización, la diaconía, la ayuda social, es decir, todas aquellas actividades que llevamos adelante se hacen dejando que las personas se puedan expresar, creando espacios para que puedan tener la palabra. Porque cuando una persona tiene voz, cuando es escuchada, se la está empoderando, se la está reconociendo como ser humano y no como objeto; se le está reconociendo la dignidad que tiene su palabra y su visión del mundo. Es por eso que la fe comienza escuchando.

Este texto nos sirve para buscar que nuestras comunidades sean lugares donde las personas puedan encontrar la escucha activa, la escucha con sentido, una escucha interesada en el hermano, en la hermana como la realizaba Jesús; una tarea que no es fácil, ya que, muchas veces nos encerramos y creemos que debemos darle al otro un discurso de cómo son las cosas. Una de las primeras cosas que aprendí y aprendo, fue cuando vine a estudiar teología, ya que creía que yo debía tener siempre algo para decir, cuando en realidad lo importante es escuchar al otro y juntos escuchar la Palabra de Dios que nos habla. Sólo ahí es posible un diálogo.

Javier Oscar Gross

Salmo 126,1-6; Jeremías 31,7-9; Hebreos 5,1-10; Marcos 10,46-52; Agenda Evangélica: Romanos 7,14–25a      

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