2º domingo después de Pentecostés, 9º en el año

 

¿Qué está permitido hacer en el día de reposo: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?

Marcos 3,4

 

La pregunta de Jesús vino a demoler el concepto del día sábado como un día en el que, según la interpretación de su tiempo, nada podía hacerse, ni siquiera el bien o salvar una vida.

En nuestro tiempo cualquier día es considerado igual a otros. Por eso Pedro, en un día cualquiera, dijo a su vecino pobre y en necesidad, después de darle algo de comida y dinero, “si necesita una ayuda pase por casa no más, que no va a golpear en una tapera”. Al haber obrado de ese modo, Pedro le ofreció a su vecino lo que necesitaba para salir del apuro pero a la vez un poco de esperanza, la que se reflejaba en la sonrisa de su rostro y se evidenciaba en las sentidas palabras de gratitud del hombre. Seguramente que la generosidad de Pedro alimentó, sin habérselo propuesto, su propia alegría y esperanza que nace de practicar y recibir lo bueno.

Pero hay muchos “Pedros” o “Marías” a quienes Dios pone delante de nuestros ojos para que sean nuestros buenos ejemplos y su manera de llamarnos a hacer el bien: los médicos y enfermeras que cumplen su guardia en un centro de salud y ponen todo de sí para atender a los enfermos. El bombero que no tiene día ni horario para salvar vidas y bienes de su comunidad. Mamá y papá que a cualquier hora de cualquier día dejan todo de lado para estar en vela junto a su criatura enferma; y tantos otros. Sólo se trata de observar.

¡Gracias a Dios que tanta gente transforma cada día en el mejor día, el más valioso día, haciendo el bien, salvando vidas! ¡Eso nos llena de esperanza! Amén.

 

Delcio Källsten

 

Salmo 81,1-10; Deuteronomio 5,12-15; 2 Corintios 4,6-11; Marcos 2,23-3,6; Agenda Evangélica: Jeremías 23,16-29

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