1º domingo después de Epifanía

Pedro comenzó entonces a hablar, diciendo: –Ahora entiendo que verdaderamente Dios no hace diferencia entre una persona y otra. Dios acepta a quienes le reverencian y hacen lo bueno, cualquiera que sea su nación.

Hechos 10,34-35

¿Cuántos caminos hay que recorrer para llegar a entender a Dios?

¿Cuántas costumbres y prejuicios hay que superar para llegar a un nuevo entendimiento? ¿Cuántas experiencias hay que vivir para comprender la actitud y la magnitud de Dios?

Mira lo que fue necesario para que el apóstol Pedro entienda: Un ángel que habló con el oficial romano, Cornelio. Tres personas enviadas por Cornelio para invitar a Pedro a su casa. Una visión con comida extraña, considerada impura. Y tres veces una voz que dice: -“¡Come esto!”

¿Cuál era el problema? Los apóstoles, junto con los primeros cristianos, confesaron: Cristo es el Kyrios, el Señor de todo lo que hay en el mundo y en todo el cosmos. Lo que faltó, era la proclamación de esta verdad, a los que no pertenecían al pueblo de los judíos. Por ley no podían comer la comida de los paganos, ni tenían permitido entrar en las casas de ellos.

Al fin Pedro aprendió, que el cielo está abierto para todos los que reverencian a Dios y que buscan el bien para el prójimo. Con el primer testimonio, la primera predicación en la casa del romano Cornelio, Pedro comienza la misión entre los pueblos paganos, les enseña la fe cristiana y los bautiza, como también lo hizo el apóstol Pablo.

Pedro aprendió, pero ¿dónde estamos hoy en el mundo? Hay muros entre países para negar la llegada a muchas personas. Hay muros en las cabezas que bloquean el contacto con otros. Pero el cielo de Dios abarca a todos los que lo  adoran, sin límites.

Padre nuestro que estás en los cielos. Así te invocan en todas las partes del mundo. Son hermanas y hermanos de todas las razas y culturas. Ayúdanos a comprender, a convivir con ellos tu amor divino y respetar sus personalidades.  Amén.

Günter Kreher

Salmo 29,1-4.9-10; Isaías 42,1-9; Hechos 10,34-43; Marcos 1,7-11; Agenda Evangélica: 1 Corintios 1,26–31

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