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16º domingo después de Pentecostés, 23º en el año

Jesús mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre: ¡”Efata!” (es decir ¡Ábrete!). Al  momento los oídos del sordo se abrieron, y su lengua quedó sana y pudo hablar bien.

Marcos 7,34-35

Con la intervención de Jesús, el sordo y tartamudo recupera su integridad y con ello, su libertad. A partir de allí podrá caminar su vida y comunicarse sin depender de ningún intermediario.

El detalle de Jesús que mira al cielo, nos indica que el milagro viene de Dios y es Jesús quien intercede por el enfermo desde la cercanía diciendo Efata, es decir: Ábrete.

Los oídos de aquel sordo se abrieron al sonido de la vida, y su lengua se aflojó para hablar… pero no de cualquier manera, sino, aclara el evangelio, para hablar bien…

Efata, es la intención y el ruego de Jesús para cada uno de nosotros, que también nos hacen falta diferentes aperturas:

-Apertura a escuchar su voz. A distinguir su voz entre tantas otras.

-Apertura a la sensibilidad de reconocer nuestros puntos flojos para, a partir de ello, mejorar.

-Apertura a desbloquearnos de nuestros encierros que sufrimos muchas veces en silencio, y que nos agobian.

-Apertura a renunciar a nuestros prejuicios que tantas veces nos distancian y encierran.

-Apertura a ser mansos y dejarnos invitar, llevar, acompañar a la búsqueda de alivio y sanación.

-Apertura a darnos cuenta de aquellas estructuras mentales que nos asfixian y no nos dejan ver lo nuevo, lo diferente.

-Apertura a la renuncia de lo que me hace mal, me daña, me enoja y no me permite disfrutar la alegría, la compañía, la gratitud, la libertad.

-Apertura al valor para marcar lo que es contrario a la voluntad de Dios y ser así testigos fieles.

Muchas veces vivimos como autistas en nuestros propios encierros. Somos hábiles para hablar del mundo, del deporte, de la política, del vecino… pero nos cuesta abrirnos a lo que nos pasa y por lo que tantas veces sufrimos en silencio y a escondidas. Abrirnos también a ser portadores de un mensaje de bondad usando el don del habla para hablar bien, eso significa dar testimonio de lo que edifica y nos ayuda a crecer como hijos e hijas de nuestro Padre: libres, íntegros, sanos, responsables, creativos y confiados. Amén.

Hilario Tech

Salmo 146,7-10; Isaías 35,1-10; Santiago 2,1-10; Marcos 7,31-37; Agenda Evangélica: Gálatas 5,25–26; 6,1–3.7–10

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