BUENOS AIRES / Argentina | IERPcomunica – En el preciso día en que cumplía sus 80 años, el fuelle del bandoneón se pinchó y dejó de hacer música aquí entre nosotros y nosotras. Homero Perera, músico entrañable que marcó un tiempo privilegiado de la renovación litúrgica y musical en el continente, con fuerte impronta rioplatense, se ha marchado a la casa grande de Dios.
Nacido en Montevideo, Uruguay, se destacó como músico, compositor, tallerista y docente. Fue organista en varias iglesias en Buenos Aires, dejando «una profusa obra que nutre todavía la vida celebrativa de las iglesias protestantes en el continente», indicó el músico y pastor Gerardo Obermann, cooordinador de la Red Crearte. Del mismo modo, Arturo González, de la Comunidad Anabautista Menonita de Floresta, que fue su hogar espiritual en los últimos años y donde hasta poco acompañaba de cada domingo, señaló “hoy Homero cumplió 80 años, y desde hacía tiempo venía contagiándonos un andar en tempo de tango».
«Sentimos la pérdida de Homero, no sólo por el gran músico que es, sino como el hermano y ser humano sensible que a través de su arte nos ayudó a ver a un Cristo más cercano, más real, más humano, que nos da la certeza que en Dios tenemos esperanza, tal como dice una de sus melodías más conocidas», manifestó el Pastor Presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) pastor Leonardo Schindler, en referencia al tango que compusiera junto al también fallecido, Obispo Federico Pagura.
A través de su carta, el pastor Oberman compartió que en estos días habían iniciado a Perera un tratamiento paleativo del dolor y desde ayer simplemente dormía. «Quizás transitando su último acorde, como esa cadencia perfecta que anticipa que se acerca un desenlace». «Todes deseábamos que este tango continúe, pero así es la música, tiene una coda y tiene final», dijo todavía la carta. Cabe señalar que hace algunos años la propia Red Crearte, en conjunto a la Comunidad Teológica de México, le realizaron un merecido homenaje en vida por su aporte y trayectoria.
