«El que siembra vientos cosechará tempestades»

Una multitud marcha pacíficamente contra la reforma jubilatoria en Argentina. Foto: Gerardo Oberman

Declaración del Pastor Presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) ante los últimos acontecimientos en torno a la aprobación de la reforma del sistema jubilatorio en Argentina:

«El que siembra vientos cosechará tempestades»

Así dice un antiguo refrán tomado de la Biblia (Prov. 22:8 y Os. 8:7). En las jornadas transcurridas desde el jueves pasado a hoy hemos asistido desconcertados y asombrados a acontecimientos que permiten varias lecturas complementarias y simultáneas. Por un lado una victoria en las elecciones legislativas no es la otorgación de superpoderes ni la legitimación de la voluntad discrecional del poder de turno. La victoria en las últimas elecciones significa simplemente un cambio en la dinámica de las fuerzas políticas en el Congreso de la Nación.

Uno de los principios que sustenta el sistema institucional republicano fijado en la Constitución de la Nación Argentina establece que “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución” (art 22), y ciertamente celebramos con alegría que así sea, pero ello no significa que las deliberaciones y acciones de gobierno se generen a espaldas del pueblo que los ha elegido. En cientos de esquinas, calles, avenidas, y distintos rincones de la república ocurrían manifestaciones pacíficas de la población -en el mismo momento en el que sesionaba la Cámara de Diputados de la Nación- y clamaban ser escuchados al decir “no a la reforma previsional propuesta por el Poder Ejecutivo”, “no a la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad contra la población civil que se manifiesta pacíficamente”.

Por otra parte, en su sabiduría la Constitución Nacional reconoce también los derechos a peticionar y manifestarse. La presencia de la Gendarmería, el vallado alrededor del Congreso de la Nación, y la actitud agresiva de esta fuerza de seguridad tanto hacia las autoridades legislativas como hacia los manifestantes predispuso la reacción violenta de unos pocos. Desde lo simbólico, vallar el Congreso es como cerrarlo, y la violencia ejercida sobre los manifestantes es un atentado a la vigencia del estado de derecho puesto que fue organizado, planificado y ejecutado bajo órdenes del Poder Ejecutivo Nacional. La consecuencia se dejó ver el lunes donde grupos minoritarios fueron a demostrar que no se dejarán amedrentar.

Al mismo tiempo, condenamos estos hechos de violencia ocurridos en los últimos días que han opacado el legítimo reclamo de distintos sectores de la población y exigimos a las autoridades el esclarecimiento de todos y cada uno de los hechos delictivos que sucedieron en días pasados en ocasión del tratamiento del proyecto de ley de reforma previsional.

La reforma propuesta que ahora es Ley establece una nueva fórmula de movilidad jubilatoria que se aplicará también para los perceptores de Asignación Universal por Hijo/a, asignaciones familiares, discapacitados y adultos mayores. Es una reforma que, claramente, es un parche al sistema previsional en detrimento de más de 10 millones de beneficiarios. Esta medida profundizará aún más la desigualdad en el país que siendo uno de los principales productores mundiales de alimentos al mismo tiempo es una fábrica de pobres e indigentes. Condenamos enfáticamente este ajuste sobre los sectores más vulnerables hecho ley el día de hoy.

Es hora de cortar la espiral de violencia y eso no se logrará deteniendo a indigentes, a transeúntes ajenos a la manifestación, agrediendo física y psicológicamente a legisladores y asesinando por la espalda a un joven mapuche.

Nuestra iglesia, si desea ser fiel al mandato de Jesucristo, y a la Escritura, debe elevar su voz de protesta en defensa de los derechos humanos.

Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea. Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse firmes.
Así que manténganse firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud. Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz.

Sobre todo, que su fe sea el escudo que los libre de las flechas encendidas del maligno.
Que la salvación sea el casco que proteja su cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo.
No dejen ustedes de orar: rueguen y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse, y oren por todo el pueblo santo.
(Efesios 6:12-18)

Carlos Duarte Voelker
Pastor Presidente

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