Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. Les aseguro que ningún servidor es más que su señor, y que ningún enviado es más que el que lo envía. Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos.

Juan 13,13-17

Con seguridad, viven en nosotros muchísimos recuerdos positivos de nuestros maestros. Conocemos la afirmación que “la maestra es la segunda mamá”.

Algo muy diferente son aquellos que erróneamente se creen maestros, expertos, dirigentes. Un autonombrado cabecilla sabelotodo tarde o temprano repele. Causa rechazo. A diferencia de un verdadero maestro, que se entrega con vocación a aquellos a quienes está llamado a preparar, enseñar, comprender y guiar, el ilegítimo o “trucho” busca afirmar su posición, su prestigio, su poder – y sus ingresos. La “mala praxis” de maestros fraudulentos ya estaba muy difundida en tiempos de Jesús. Había más que suficientes que hacían alarde de supuestos conocimientos, pero no respaldaban sus enseñanzas con su vida. Como aquellos líderes en tantos países del mundo que se llenan la boca con beneficencia, servicio a los humildes, obras para el pueblo, pero usan su posición para llevar una vida llena de lujos y robar a la nación.

En cambio, la vida de Jesús coincide totalmente con sus enseñanzas. El lavado de los pies, narrado por Juan en el capítulo 13 de su evangelio, expresa de manera muy significativa esa coherencia total de Jesús. En él no había nada de doblez, corrupción, hablar de solidaridad y adueñarse de lo ajeno. Su coherencia impactó profundamente a quienes lo escucharon y lo vieron actuar. Jesús indica que el verdadero maestro sirve a su prójimo y se solidariza con acciones en las que pone su alma. Juan fijó este relato en su Evangelio para que también nos impacte a nosotros y nos convierta en maestros servidores a la par de Jesús.

René Krüger

Salmo 116,1-2.12-19; Éxodo 12,1-14; 1 Corintios 11,23-26; Juan 13,1-17.31b-35

Agenda Evangélica: Salmo 111; Éxodo 12,1-4(5)6-8(9)10-14; 1 Corintios 11,(17-22)23-26(27-29.33-34a); Juan 13,1-15.34-35; Mateo 26,17-30 (P)

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