No olviden la alianza que he hecho con ustedes, ni rindan culto a otros dioses, sino solo a mí, el Señor su Dios, y yo los libraré del dominio de sus enemigos.

2 Reyes 17,38-39

Dios dirige las palabras anteriores al pueblo de Israel, hace ya más de 2000 años. ¿O se dirige a nosotros? Es una recomendación muy clara y precisa, muy puntual, sumamente específica; que expresa un recordatorio (a modo de pedido) pero también incluye una promesa. No dejen de lado mi alianza y yo los salvaré…

Los israelitas, más de una vez, se olvidaban de Dios y adoraban a otros dioses, volvían a viejas costumbres, o peor aún siguieron con sus prácticas anteriores y a la vez rendían culto al Señor (vs. 40-41). ¿Y nosotros? ¿Tenemos presente el pacto que Dios hizo a través de su Hijo? ¿A cuáles “otros dioses” rendimos culto? ¿O adoramos a Dios y también tenemos ciertas prácticas que no condicen con el Evangelio? Esos “otros dioses” (éxito, dinero, poder en todas sus formas) ¿nos librarán de los enemigos? ¿Podremos clamar a ellos en los momentos de angustia? ¿O en nuestras peores circunstancias suplicamos a Dios como los discípulos en la tempestad?

Oremos para que Dios nos ayude a tener presente en todo momento de nuestra vida su amor, su gracia y su misericordia.

Dios hasta aquí me acompañó con su gracia y cariño. De día y noche me guardó, cual tierno padre al niño. Él hasta aquí mi guía fue, fortaleció mi débil pie y me allanó el camino. (Canto y Fe Nº 208)

Susana Carolina Plem

2 Reyes 17,24-41

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