Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece. Sin embargo, ustedes hicieron bien compartiendo mis dificultades.

Filipenses 4,12-14

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¿Seguro que vos también podrías afirmar lo que Pablo escribió a los Filipenses?

Hoy creo que sí; que yo también podría aguantarme los bajones,

  • pero, en el momento en el que surja el o los problemas, no sé si será así. Como decía una persona conocida: “Una cosa es hablar de la muerte y otra cosa es morirse”.

Pienso en mi fe. – ¡Sí!, yo creo en Jesucristo, pero ¿le seré fiel a él, seguiré hablando de su amor en el momento en que esté en el lecho de muerte con infinitos dolores insoportables?

O, si entran ladrones a tu casa y te apuntan con una pistola, te ordenan entregar el dinero ¿vos serías capaz de decirles, con voz serena: “Quédense tranquilos, yo creo en Dios y voy a orar por ustedes”?

Estamos acostumbrados a “nuestro” confort, sea éste poco o mucho, y en ese confort también vivimos nuestra fe. Está muy bien que cada mañana agradezcamos a Dios por el nuevo día, por la posibilidad de haber descansado, por la naturaleza que nos rodea, el trabajo, etc.

Pero si eso cambia, y cambia totalmente y suceden cosas que nos mueven el piso, ¿seremos tan agradecidos con Dios, y podremos sostener nuestra fe y confianza en él?

Pablo nos muestra que nuestra fe no debe tambalear por problemas que tengamos. Nos dice, a su manera, que debemos creer en Dios – siempre – a pesar de… lo que ocurra.

Esa firmeza la podemos pedir cada mañana y agradecer cada noche, y Dios nos la regalará.

Que Dios te guíe y te acompañe en este sentido hoy. ¡Amén!

Winfried Kaufmann

Filipenses 4,10-23

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