Siervos, obedezcan a sus patrones de este mundo con respeto y responsabilidad, con corazón sincero, como quien obedece a Cristo. Y ustedes, patrones, actúen con sus siervos de la misma manera y dejen a un lado las amenazas; tengan presente que ellos y ustedes tienen en el cielo un mismo Señor, y que ése no hace distinción de personas.

Efesios 6,5.9

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Así como hemos desnaturalizado la sumisión de las mujeres a los hombres, deberíamos haber desnaturalizado la sumisión de los trabajadores (que no deberían ser siervos) a sus patrones (que no deberían ser amos).

¿Saben ustedes cuántos seres humanos trabajan y viven en condiciones de servidumbre en este tiempo? En Argentina miles de personas trabajan más de 12 horas diarias sin posibilidad de un descanso, encerrados en condiciones de hacinación, sin tener claridad de cuál será su paga, incomunicados y en muchos casos sus “empleadores” retienen sus documentos, situación que se agrava en los extranjeros.

Y usted como trabajador, como trabajadora, ¿se siente respetado? ¿Realiza sus tareas con responsabilidad? Y como empleador ¿actúa con respeto y responsabilidad para con sus empleados? El destrato, las amenazas y otras formas de violencia se instalan como prácticas habituales cuando la demanda de trabajo es alta y la oferta disminuye.

Dentro de unos días será el día de los trabajadores. Será tiempo de recordar que ante Dios somos todos hijos e hijas, sin importar que seamos empleados, patrones o esclavos. Y como hijos e hijas compartimos una misma dignidad, una misma mesa, un mismo destino: el reino de Dios y su perfecta justicia.

Que Dios nos sostenga en la tarea cotidiana de reconocernos como hermanos y hermanas ante nuestro Padre.

 

Peter Rochón

Romanos 12,14-21; Efesios 6,5-9

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