Salió otro caballo. Era de color rojo, y el que lo montaba recibió poder para quitar la paz del  mundo y para hacer que los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada.

Apocalipsis 6,4

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Esta mañana, en el desayuno, comenté a mi esposo que estaba escribiendo una Lectura Diaria sobre el Apocalipsis. Mi hijo de nueve años se metió en la conversación y dijo: “Es terrible el Apocalipsis, ¿viste?, ¿no le tenés miedo?

La realidad es que su comentario no es de extrañar. Han corrido litros de tinta de comentarios terroríficos sobre el Apocalipsis y una casi innumerable lista de películas y series lo toman como un argumento de terror y de miedo.

En realidad, el propósito del libro del Apocalipsis es totalmente otro. Es un libro que mediante imágenes, metáforas y simbología describe la realidad de las comunidades cristianas perseguidas por el Imperio Romano y la esperanza que ellos encuentran en Dios del cual saben que a pesar de la más feroz persecución contra su pueblo, es el que finalmente reinará en este mundo, el Señor de Señores, el Rey de Reyes.

Así es como este caballo rojo simboliza la guerra y la sangre derramada de los inocentes. Se describe la realidad presente, el sufrimiento y el derramamiento de sangre de los inocentes. En ese sentido, el libro del Apocalipsis es sumamente actual, no porque esté prediciendo algo que va a acontecer en el futuro, sino porque describe nuestra realidad hoy día en la que miles y millones de personas son perseguidas, torturadas y asesinadas. Pero el mensaje del Apocalipsis es que Dios tiene presente esta realidad dolorosa de la humanidad, y que la última palabra la tiene él. La muerte y dolor no son vencedores, sino lo es la vida. La victoria es del cordero inmolado, del Cristo crucificado y resucitado.

Sonia Skupch

Apocalipsis 6,1-8         

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