Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho. Luego entraron en la casa y vieron al niño con María.

Mateo 2,10-11

La vida nos enfrenta a diferentes momentos, algunos gratos y feli-ces, otros, no tanto. Es cuando los sentimientos pueden ser de tristeza, angustia o preocupación. Frente a esas situaciones, nos preguntamos, dónde estuvo Dios, en ese momento.

Esta pregunta nos lleva a buscar diferentes señales y nos centramos por encontrar esa señal, creyendo que viene con fuegos artificiales. Alejándonos del camino. Pero, ¿estamos preparados para reconocer las señales que vienen de Dios? ¿Podemos diferenciar entre escuchar y oír, o, mirar y ver? Ya que no es lo mismo, porque, oír y mirar, es de-tenerse en el diferenciar de todo lo que escuchamos y vemos alrededor de nosotros.

Debemos dejarnos guiar por nuestra fe y seguramente hallaremos la respuesta. Porque Dios está más cerca de lo que creemos. Lo encontramos en la creación, en nuestro prójimo y en nosotros mismos. Y lo más importante, en los momentos difíciles que vivimos, Dios está a nuestro lado, es cuando miramos hacia atrás, y en la arena sólo vemos marcadas un par de huellas, es porque Dios nos está cargando en sus brazos.

Los sabios pudieron reconocer la señal proveniente de Dios y llegar hasta Jesús. Que nuestra fe nos guíe por el camino al encuentro con Jesús. Y de esta manera, aferrarnos a su promesa, expresada por me-dio de su palabra.

Yo estaré con ustedes, todos los días, hasta el fin del mundo. (Ma-teo 28,20)

Andrea Fogel

Mateo 2,1-12

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