Canta y alégrate, hija de Sión, porque yo vendré a ti, y en medio de ti viviré…

Zacarías 2,10

En medio de los sinsabores del exilio y del retorno, y de las ruinas por la anterior invasión babilónica, pero también en la dura lucha por la convivencia social con quienes eran los descendientes de las personas que habían quedado en Judá, Dios se manifiesta con un canto de gozo y esperanza. Jerusalén y Judá pueden tener esperanza porque Dios habló nuevamente. Un profeta es el mensajero y todo el pueblo debe prestar su oído a la palabra de Dios. La nueva presencia salvadora de Dios está en marcha; su gracia vendrá para quedarse a vivir en medio de su pueblo.

Este versículo nos introduce, desde el Antiguo Testamento, en la espera del Mesías y Salvador.

La invitación al canto y al gozo en este tiempo de Adviento es una exhortación bíblica. Cantar renueva nuestra vida y significa orar con todo nuestro ser. A través del canto liberamos el cuerpo y el alma, tomando palabras prestadas que no siempre encontramos en nosotros mismos. ¿Qué sería de nosotros si no tuviéramos la disposición y la posibilidad de liberar emociones, pensamientos, sentimientos, mediante el canto? ¿Nos imaginamos una vida sin gozo, totalmente sumida en la tristeza, sin esperanza, sin el Espíritu de Dios?

¡Cantá, hermano, cantá! ¡Cantá conmigo, cantá! ¡Cantá! Él es esperanza, ¡cantá!, es justicia, paz y libertad. (Canto y Fe Nº 238).

Wilma E. Rommel – Álvaro Michelin Salomon

Zacarías 2,10-17

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print