Alégrense de ser partícipes de los sufrimientos de Cristo.

1 Pedro 4,13

No es fácil hablar de sufrimiento cuando uno se siente bien y no está pasando por sufrimientos. Aunque, seguramente en alguna ocasión nos ha tocado sufrir.

Como cristianos no estamos exentos de sufrir. Pero, ¿somos capaces de alegrarnos en los sufrimientos, como lo exhorta el apóstol? Seguramente nadie desea o busca sufrir.

Lo importante es que en el dolor tengamos la certeza de que somos partícipes de los sufrimientos de Cristo. Porque Cristo sufrió por nosotros. Comparte nuestro dolor, nos comprende, sabe de nuestro sufrimiento. No hay dolor, no hay miedo, no hay lágrima que él no conozca.

Especialmente en las situaciones más difíciles Jesús está a nuestro lado, nos da consuelo, nos fortalece.

Quien en oración lleva su dolor a Jesús se sentirá partícipe del sufrimiento de Cristo. Sentirá que su dolor es compartido, que no está solo en su dificultad. Sentirá: Cristo está conmigo, sabe de mi dolor, me comprende, quiere darme fuerza y aliento.

¡Oh, qué amigo nos es Cristo! Él llevó nuestro dolor, y nos manda que llevemos todo a Dios en oración.
¿Vives débil y cargado de cuidados y temor? A Jesús, refugio eterno, dile todo en oración.
Jesucristo es nuestro amigo: de esto pruebas él nos dio al sufrir el cruel castigo que el culpable mereció.
Y su pueblo redimido hallará seguridad
fiando en este amigo eterno y esperando en su bondad. (Canto y Fe Nº 215)

Dieter Kunz

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