La Reforma: un movimiento que siempre se renueva

 

La Reforma en constante reforma es una de las ideas claves a la hora de hablar de la Teología de Nicolai Frederik Severin Grundtvig. Nació en Udby, Dinamarca, el 8 de septiembre de 1783, a casi 300 años del nacimiento del reformador Martín Lutero, cosa que vivió como una señal, como un presagio de lo que luego sería su vida y obra.

A inicios del 1800, Dinamarca se había aliado con Francia. En el contexto de las guerras napoleónicas, el ejército británico ataca a Copenhague durante seis años. A eso le sigue la intervención de Dinamarca por parte del ejército español, en apoyo a Napoleón, y la derrota de la flota danesa ante Suecia, lo que significa la pérdida de Noruega, parte del Reino de Dinamarca. A partir de los ’30 los movimientos nacionalistas y liberales ganan fuerzas, desembocando en una monarquía constitucional, el 5 de junio de 1849, concedida por el rey Federico VII para evitar revueltas populares, con dos cámaras parlamentarias: el “Folketing”, que representaba a granjeros, mercaderes, comerciantes y la clase media, y el “Landsting” que representaba a la vieja aristocracia. Todo este escenario es el contexto histórico en el que se mueve Grundtvig: un país en bancarrota y una población empobrecida que lucha por sus derechos, cansada de los abusos de una aristocracia corrompida. La iglesia como cómplice y con una posición acomodaticia.

En 1800 comienza sus estudios, interesado en la Historia, en la Mitología Nórdica, pero también seducido por el pensamiento romántico propio de la época, a través de Shakespeare, Goethe, Schiller, Schelling y Fichte.

Su padre, pastor en Udby, lo llama como ayudante y en su sermón de prueba hace una crítica dura a la influencia política de la iglesia sobre la Historia. Este sermón es publicado en 1810 y provoca un disgusto al clero de entonces, pero es muy bien aceptado por el pueblo. Este es el momento en el que Grundtvig se siente identificado con Martín Lutero, y eso lo incentiva a seguir en esa línea: la de la Reforma en constante reforma.

De todas maneras, pese a todo, fue ordenado como pastor en junio de 1811. Desde el inicio de su trabajo pastoral se dedica al avivamiento de la Iglesia Estatal a través de la poesía, los cantos, la Historia y su influencia, el compromiso concreto con los más necesitados y la Educación, tomando como fundamento los textos de Martín Lutero. En 1812, en su Verdens Krönike (Crónica Mundial) hace una crítica dura a personajes influyentes de la época y en una convención del clero en 1814, Grundtvig realiza crudas denuncias contra los dirigentes de la Iglesia. Finalmente, privado de la posibilidad de predicar, se dedica a escribir y a traducir textos antiguos. En su sensibilidad, considera necesario adaptar la palabra escrita al entendimiento de la gente sencilla y encontrar un modo genuinamente danés de expresión, tal como lo escuchaba entre los campesinos.

Escribe canciones, tanto cristianas como populares, describiendo la Geografía y la cultura danesas, esto permite que su pensamiento y Teología se hagan carne en el pueblo, sobre todo en el campesinado.

También crea escuelas libres para adultos, donde no se enseñaba de la forma tradicional, sino a partir de la necesidad y el interés; no dentro del ciclo escolar, sino en los tiempos en los que no había trabajo en el campo (por ejemplo, en los largos inviernos).

Grundtvig desarrolla una Teología que se manifiesta de manera transversal en la cultura del pueblo danés, con una fuerte crítica ante una iglesia condescendiente con el Estado y hasta cómplice, una educación de libre pensadores (diferente a la educación tradicional) y un apoyo concreto a la organización cooperativa, como forma de fortalecimiento de los más débiles. Todo esto surgido de la “Libertad del cristiano”, “La cautividad babilónica” y otros escritos de Martín Lutero.

Propone una iglesia independiente del Estado, con una voz profética, un compromiso concreto con el pueblo y una educación laica y accesible a toda persona. Una Iglesia que camine acorde a los tiempos, una propuesta de hace 500 años, que resurge hace 200 años… ¿y ahora, qué?

La “tentación” de “acomodarse” al poder y recibir algunos privilegios pertenece a todos los tiempos: Jesús mismo puso en evidencia esto, fue la impronta del movimiento cristiano, que al cristalizarse como “religión del Estado”, dejó de ser profética. A esto reaccionó Martín Lutero, entre otros. Así, Grundtvig retoma, en su tiempo, el mismo concepto y compromiso. En todos los casos provoca rechazo de quienes están en el poder y alegría de los sectores vulnerables.

Hoy como ayer es necesario seguir la Reforma, permitir que siga en movimiento y asumir las problemáticas que cada tiempo propone y necesita.

Como Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) estamos comprometidos con la realidad de nuestro tiempo, podríamos decir, como una política desde la institución, pero que muchas veces, desde las bases, no es así. Curiosamente en nuestra iglesia estamos viviendo una situación inversa.

La IERP, como institución, que en lo concreto se expresa a través de la Fundación Protestante Hora de Obrar, es una Iglesia de avanzada, crítica y comprometida. Ha apoyado abiertamente la Ley del Matrimonio Igualitario, como un ejemplo. Trabaja, hace años, el tema de la diversidad sexual e inclusive considera necesaria una ley del aborto, como una forma de salvar vidas y protegerlas. Pero esta es una posición institucional, mientras que en la base, en las congregaciones que conforman nuestra Iglesia, las posiciones son muy diversas. Esto provoca ciertos problemas, no sólo en las congregaciones, sino dentro del cuerpo de ministros/as.

A pesar de que hace más de 30 años la IERP ordena mujeres al Ministerio, todavía persiste una estructura de pensamiento patriarcal, incluso cuando desde la primera pastora ordenada, Silvia Ramírez, se trabaja con las mujeres a lo largo y lo ancho de la Iglesia buscando generar conciencia de género… pero no es fácil. Nuestras comunidades, nuestras congregaciones, están impregnadas de la cultura en la que están inmersas, y es natural.

Nuestras congregaciones caminan más lento que la Iglesia como institución, están preocupadas por su subsistencia y sus propios problemas, están encorvadas en sí mismas, lo que Lutero llama “incurvatos in se”, el principio del pecado. El ser una minoría protestante en una sociedad católica y el fuerte crecimiento de las iglesias neopentecostales hace que nuestras congregaciones se cierren sobre sí mismas, temerosas de que la posición de avanzada de la Iglesia sea la que finalmente termine con ellas o simplemente porque están desbordadas. También persiste la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”,  por lo que algunas congregaciones se aferran a los tiempos de los abuelos como un tiempo ideal, en el que los templos desbordaban de gente, de familias. Pero los tiempos han cambiado, la sociedad ha cambiado, no hay más familias numerosas, ni se obliga a los hijos a participar de la Iglesia. A la vez, vivimos la realidad de una sociedad neoliberal con su crisis en lo institucional… ¿por qué no pensar que esto mismo es la oportunidad de volver a la Reforma?

Un desafío también para el cuerpo de ministros/as que, agobiados/as por la posición encorvada de sus congregaciones, terminan adoptando la misma posición. Las múltiples tareas asignadas no les permiten jugar con la idea de la Reforma en constante reforma.

Grundtvig vivió en un tiempo de cambio social importante en Dinamarca. A pesar de que en un momento fue excluido de la Iglesia, siguió adelante, trabajando con la gente, siendo parte de una Reforma en movimiento, hasta que, una vez que el pueblo tuvo su voz en el Parlamento, pudo volver a una institución renovada. ¿No será el momento justo para que, como congregaciones, nos incorporemos al movimiento, 500 años después, en la Reforma en constante reforma?

Pastora Estela Andersen

 

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