Luego salió el ángel (=Señor) que hablaba conmigo y me dijo: “¡Fíjate en eso que aparece ahora!… Es la medida del pecado de los que viven en el país.”

Zacarías 5,5.6

Si bien en Romanos 10,17 dice que “la fe nace por el oír el mensaje… de la palabra de Cristo”, vemos que los profetas también reciben el mensaje de Dios a través de sueños y visiones. Así, Zacarías (520-518 a/C) tiene una visión (5,1), cuyas imágenes debe interpretar y transmitir  comprensible y concretamente al pueblo. Dirá palabras de juicio y condena; también de consuelo y esperanza.

Una parte de los israelitas habían podido quedarse en el país. A muchos de ellos el profeta los considera “ladrones” y “mentirosos” (“juran en falso”), porque mediante argucias y falso testimonio se habían apropiado de las casas de los exiliados por décadas.

El cautiverio babilónico está finalizando. Algunos de los israelitas ya regresados no saben dónde vivir ahora. ¿Cómo animar a volver al remanente que todavía permanecía en el norte babilónico?

Para el nuevo comienzo debe alejarse lo que representa al “pecado que todos cometen en el pueblo” (BLA*: v.5,5). 

La corrupción (mentira y robo) no puede tener lugar. El Señor quiere que la verdad y la justicia se abracen en la vida de las personas y en el pueblo todo. Habrá comunión y paz. No tener en cuenta a Dios genera falta de amor. ¡No compartir es robar de alguna manera!

Por experiencia histórica somos incapaces de erradicar la diversidad del pecado en nuestros países. Pero el mensaje del Señor promete su acción rescatadora. Él no puede maldecir, ni destruir, sino bendecir y salvar.

Señor, gracias por darnos siempre una nueva oportunidad. Amén.

 

Rodolfo R. Reinich

Zacarías 5,1-11

(*) BLA: La Biblia Latinoamericana

 

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