El agua seguía subiendo más y más, pero la barca seguía flotando.

Génesis 7,18

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Quizás algunos se rían por lo bajo cuando te ven salir temprano para la iglesia los domingos, – ¿quién cree todavía en Dios? Otros, puede ser que te tengan algo de envidia ¡me gustaría tener la fe de fulano!

Igualito que hace más o menos 6000 años, cuando Noé con sus hijos construían un arca en medio del campo y en el entorno se oían las risitas y alguno que otro pensaba en la fe inclaudicable de ese anciano. Pero el día llegó, y el arca se bancó todo ¡y flotó por 150 días!

Qué nos deja como enseñanza este relato que según el presbítero Ariel Álvarez Valdés no fue “una narración periodística sino una na-rración didáctica. Dios da una orden. Si el hombre desobedece se autodestruye. Si obedece, como hace Noé, se salva… el que constru-ye su vida con las medidas de Dios, siempre sobrevivirá a cualquier tempestad”.

“El diluvio no quitó el pecado de la tierra, continúa morando en los corazones de las personas, pero Dios le prometió a Noé que en ade-lante la tierra no sería más maldecida a causa del pecado, Dios nos concede un lugar en el cielo donde la seguridad es aún mayor que en el arca.” dice Anne de Vries en “El Gran Libro”.

Así que, cuando escuchamos a los agoreros religiosos que hablan de catástrofes y cataclismos apocalípticos que provienen de Dios como castigo por los pecados, no tienen ningún fundamento bíblico.

Habrá señales de nuestro Padre Celestial siempre, y es nuestra fe la que nos ayudará a interpretarlas.

 

Lucas Millenaar y Gabriela Mulder

 

Génesis 7,17-24

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