Todos los que estaban en el campamento y fuera de él se llenaron de miedo. Los soldados del destacamento y los grupos guerrilleros también tuvieron miedo. Al mismo tiempo hubo un temblor de tierra y se produjo un pánico enorme.

1 Samuel 14,15

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Esta es una historia de fe y de heroísmo cuando Jonatán, hijo del rey Saúl, decide ir a enfrentarse junto a su ayudante, un solo hombre más, contra un gran número de soldados filisteos.

Mirando desde el punto de vista estratégico, la misión era suicida. Pero los dos, Jonatán y su ayudante, tenían el acompañamiento, la guía, y la protección de Dios. Los dos, armados con los escudos de la fe, se lanzan al enfrentamiento.

La intervención de Dios hizo que el miedo se apoderara de los sol-dados filisteos, tuvieron miedo y hasta pánico. Sabemos que el miedo nos paraliza, nos confunde, no nos deja ver y actuar claramente.

Psicológicamente frente al miedo tenemos dos opciones, una es huir, y la otra opción es enfrentarlo. Jonatán y su ayudante enfrentan su miedo con valentía y coraje, confiando en el acompañamiento y la ayuda de Dios.

Los filisteos, por su parte, deciden la otra manera de enfrentar el miedo: huyen.

El miedo es parte de nuestra sociedad, los medios de comunicación van creando en nosotros temores mostrando actos de violencia y de muerte.

El miedo produce una gran angustia frente a lo que se desconoce, frente al futuro, frente a situaciones complicadas de las cuales no sabemos cómo salir.

No podemos evitar tener miedo, pero podemos reducirlo poniendo nuestra confianza en que Dios nos acompaña, nos guía. Entonces, revestidos con la armadura de la fe, podemos enfrentar con mayor fortaleza las situaciones de cada día.

Arturo Heil

 

1 Samuel 14,1-15

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