Agripa le respondió: ¿Piensas hacerme cristiano en tan poco tiempo?

Hechos 26,28

No existe mejor forma de defensa o de buscar convencer a alguien que el relato pasional de nuestra propia experiencia. Por eso, los testimonios son usados por personas que han sido víctimas en algún acontecimiento para defenderse o sencillamente para convencer o enseñar.

El Apóstol Pablo dio testimonio de su experiencia de vida y de su conversión al Cristianismo; lo hizo de tal forma y con tal pasión que el rey Agripa se sintió invitado a sumarse a la fe cristiana.

Cuando contamos las cosas que nos pasan y lo hacemos recordando, o sea, volviendo a pasar la experiencia por el corazón, seguramente quienes nos escuchan valorarán mejor nuestras palabras. Dar testimonio recordando es un acto sanador (para nosotros mismos) y también un acto evangelizador.

Contar lo que nos emocionó, lo que nos cambió la vida, lo que nos hizo transformar nuestras acciones es lo que será creíble. Lamentablemente vivimos en un tiempo en el que no es usual exponer sentimientos y experiencias personales. En general contamos las experiencias de otras personas que no «pasan por nuestro corazón».

Confesar nuestra fe significa afirmar que lo hacemos por alguna experiencia personal que nos movió y no porque nos dijeron que así debía ser. Juan Wesley (fundador del movimiento metodista) afirma en su sermón «El casi cristiano» que todo aquel que tenga esta fe “que purifica el corazón” (por medio del poder de Dios que reside en él) …y por otra parte lo llena con un amor hacia Dios y sus semejantes, … amor que lo impulsa a hacer las obras de Dios; a gastar y gastarse a sí mismo trabajando en bien de todos … cualquiera que tenga esta fe y trabaje impulsado por este amor, es no solamente casi, sino cristiano por completo.

¡Ojalá que a partir de experiencias cristianas de vida nos hagamos testigos verdaderos y apasionados por llevar adelante la misión que nos legó Jesús! Seguramente esto hará que muchas personas se sumen a la fe.

Tal como ayer, ven hoy también, revélate y habita entre nosotros otra vez. (Canto y Fe Nº 280)

Inés Simeone  

Hechos 26,24-32

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