¡Canten alegres a Dios, que es nuestra fuerza! ¡Alaben con gritos de alegría al Dios de Jacob!

Salmo 81,1

En todo el mundo las iglesias de la Reforma protestante celebraron el año pasado los 500 años de ese movimiento renovador dentro de la iglesia de occidente. Se le puso fecha, pero en realidad es un proceso largo, que tiene sus focos de ebullición en distintas regiones de Europa antes y después de esa fecha.

Uno de los aspectos sobresalientes de ese movimiento es un despertar de la espiritualidad y fe, de la reafirmación de la confianza en Dios, expresado todo con mucha fuerza en el auge de la himnología. Los cantos y música dan testimonio de la fuerza creadora que la fe en el Dios del amor despertó en muchos cristianos. Surgieron así infinidad de autores de poesías e himnos, y músicos que crearon las melodías y música de alabanza y testimonio.

Juan Sebastián Bach fue el que expuso con toda claridad el objetivo y la meta de ese despertar del canto y la música: “soli Deo Gloria”, es decir, toda la creatividad y esfuerzo, solamente para alabar a nuestro Dios el Salvador. No para presentarse como gran compositor o poeta o el orgullo personal.

La historia de Dios con su pueblo, sus obras, su acercamiento a nosotros en su Hijo Jesucristo,su promesa de salvación, la esperanza que nos infunde, anima y fortalece mediante la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas y de nuestras comunidades, son el disparador, el motivo, de nuestra alabanza y canto de gloria.

Señor, permítenos descubrir tus acciones a favor nuestro. Que aprendamos a agradecerte y cantar a tu nombre como testimonio que invita y contagia a otros. Que usemos los himnos y música creados por hermanas y hermanos para tu alabanza, y que nos inspiren a encontrar nuevas formas de darte la gloria solamente a ti, en nuestras vidas y comunidades. Amén.

Everardo Stephan

Salmo 81

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