Pero Dios, que anima a los desanimados, nos animó con la llegada de Tito.

2 Corintios 7,6

Qué imagen tan linda, en medio de un ambiente con distintas problemáticas. El apóstol las enumera de manera significativa y nos dice que hemos tenido aflicciones, crisis, peleas, temores. Es como cuando los problemas se van acumulando o las cosas van de mal en peor. Todo esto genera seguramente una inestabilidad, incertidumbre, desánimo en la manera de ver las cosas. En medio de todo eso, llega Tito desde Corinto con una actitud de consuelo, de acompañar y estar en medio de situaciones difíciles.

Tito trae buenas noticias, la comunidad de Corinto está mejor, hay reconciliación y las heridas se van curando. Es una gran alegría para los hermanos y hermanas la llegada de Tito, porque es la señal de un Dios que está a nuestro lado para sostenernos. Tito los hace sentir que no están solos/as. Que hay personas que piensan, oran y buscan la forma de ayudar y consolarnos ante tantas situaciones negativas que no nos dejan ver el camino de una manera esperanzadora.

El desafío es también para cada uno de nosotros en ser como Tito, de ser instrumentos de Dios en el consuelo. De disponernos a ir al encuentro de nuestro hermano o hermana ante situaciones duras, injustas y encontrar en el consuelo el rostro de Dios. Ese Dios que camina a nuestro lado y que afirma, anima y nos invita a seguir, a continuar, a sobrellevar y enfrentar momentos dolorosos y tristes. Y Dios lo hace también a través de personas que nos quieren y que están dispuestas a caminar con nosotros.

Mario Gonzáles

2 Corintios 7,5-16

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