Pero tenemos este tesoro en vasos de barro para que se vea que la excelencia del poder es de Dios, y no de nosotros.

2 Corintios 4,7

¡Qué buena noticia saber que en nuestras comunidades tenemos tesoros! Pero como en el juego que hacíamos en nuestra infancia del tesoro escondido, ese tesoro no es tan fácil de ver y encontrar, ya que está guardado en lo humilde, en lo sencillo de la vida.

Ese tesoro valioso que tenemos en nuestras comunidades, es lo que nos da el “valor” para seguir, para continuar cuando todo se hace difícil y cuesta arriba. Ese tesoro es la gracia y fe en Jesucristo que vivimos como hermanos y hermanas. Ese tesoro lo tenemos cuando nos reunimos a través de la palabra de la Biblia, y por eso cada vez que meditamos sobre su palabra para vivirla vamos descubriendo pistas que nos llevan y conducen al mismo.

La fe en Jesucristo nos llama a vivir el servicio a los humildes y necesitados. La diaconía es aquello que nace y se hace desde la gracia y la fe para ayudar en las problemáticas que atraviesan a nuestra comunidad.

La riqueza de una comunidad no debería medirse por el superávit del balance, sino por el servicio, por la diaconía que se hace. Una iglesia que no hace diaconía es una iglesia empobrecida espiritualmente, que no puede encontrar ni ver a Dios.

Se cuenta que en cierta ocasión le pidieron a un líder que muestre los tesoros de su iglesia, entonces trajo a los pobres, necesitados, ancianos y discapacitados, a los que servía su iglesia. Y nosotros, ¿qué tesoros tenemos para mostrar?

 

Javier Gross

2 Corintios 4,7-18

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