Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.

Efesios 4,5 y 6

Siendo pastor muy a menudo me preguntan: ¿Por qué hay tantas iglesias? ¿Cuál es la mejor? ¿O por qué no se unen todos en lugar de estar divididos?

Como protestante reformado y luterano, identidad que trato de asumir con gran responsabilidad y sentido de autocrítica, respondo a estos cuestionamientos entendiéndome parte de la gran familia cristiana, con una identidad particular y, al mismo tiempo, diversa. No somos todos lo mismo. Pero para Dios todos valemos lo mismo.

Me gusta la imagen de las familias. No hay ninguna familia que sea igual a otra; pueden parecerlo, incluso dentro de una misma cultura o sociedad. Pero cada familia es un mundo que tiene sus tiempos, vivencias, formas, tradiciones, que las hacen diversas, únicas, bellas. El concepto que aprendí en el ecumenismo es la búsqueda de la “unidad en la diversidad”.

Es Dios quien mediante su Espíritu nos unifica. Nos hace uno. Y lo que menos nos pide es que nos creamos los mejores, superiores o más que nadie. Menos tampoco. La búsqueda ecuménica de la unidad no ha muerto, porque Dios es el ecumenismo en plenitud, que nos hace uno.

Somos uno en Espíritu y en el Señor, y algún día será total nuestra unión. Amén.

RubenYennerich

Efesios 4,1-6   

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