Jesús le dijo: “Por haber hablado así, vete tranquila, el demonio ya ha salido de tu hija”.

Marcos 7,29

Esta es la historia de una mujer no judía que se acerca a Jesús impulsada por la necesidad de sanar a su hija que estaba poseída por el demonio. Una mujer con fe acercándose confiada en que él podría ayudarle. Y se encuentra con un Jesús que le responde y habla del pan, los hijos y los perros. Ella vuelve a responder y Jesús le dice finalmente que vaya tranquila, que su hija ha sanado.

Quiero resaltar tres elementos a los que Jesús hace referencia: el pan que es el mismo Jesús, los hijos representan a los judíos y los perros era el término que se utilizaba para nombrar a los no judíos. Con estos tres símbolos, Jesús nos enseña que su mensaje y su reino se extienden más allá de su pueblo al igual que su amor y su misericordia. Su poder y su perdón son para todos aquellos que con fe y de corazón quieren entregar su vida a él.

Este texto es una invitación a volvernos a él sabiendo que todos podemos ser sus discípulos de igual manera. Es a la vez un llamado de atención para no caer en el error de “encerrar” a Jesús en la Iglesia, ya que él está en todos lados y en cada momento de nuestro andar. Es un mensaje para abrir nuestro corazón hacia los demás. Que los prejuicios sobre la imagen, la raza, la forma de vida de una persona no sean un motivo para excluirla de la comunidad de fe. Debemos ser conscientes de que su amor es un amor universal, por y para todos. Amén.

Melisa Hilman

Marcos 7,24-30

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