Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que Él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad.

Hebreos 4,16

Hace muchos años atrás, un día que iba a compartir la reunión de un grupo de mujeres de la Iglesia en un pequeño pueblo, tuve la oportunidad de llevar a una señora que esperaba que alguien pudiera acercarla hasta ese lugar. En el camino comenzó a contar parte de su historia de vida, una vida dura y llena de dificultades que día a día había podido superar. Y en muchas partes de su relato la mujer mencionaba la frase: “sólo por misericordia de Dios…” La verdad es que muchas veces había pensado que en general los cristianos y cristianas no tenemos en cuenta la misericordia de Dios, pero el relato tan sentimental de esa señora me dejó marcado para siempre. Las personas pasamos por dificultades y muchas son superadas, pero muchas veces no tomamos conciencia de que la misericordia de Dios por cada uno de nosotros estuvo presente para que podamos superar esos momentos.

El versículo de hoy, nos invita a acercarnos a nuestro Dios y seguir teniendo siempre esa confianza, que Él es misericordioso y bueno, y que nos ayudará en los momentos de necesidad. Cuanto más reconozcamos después que Él nos ayudó con y por misericordia, más nos daremos cuenta de ese don maravilloso que tiene Dios.

Y nosotros, ¿somos misericordiosos con los demás? Recibamos la misericordia de Dios y seamos misericordiosos con el prójimo. Amén.

Oh, Dios eterno, tu misericordia ni una sombra de duda tendrá; tu compasión y bondad nunca fallan y por los siglos el mismo serás. (Canto y Fe Nº 263)

Armando A. Weiss

Hebreos 4,14-5,10

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print