Pedro salió tras el ángel, sin saber si era realidad o no lo que el ángel hacía. Más bien le parecía que estaba viendo una visión. Pero pasaron la primera guardia, luego la segunda y cuando llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle, la puerta se abrió por sí sola. Salieron, y después de haber caminado una calle, el ángel lo dejó solo.

Hechos 12,9-10

¿Pasaste alguna vez por situaciones donde viviste algo que no te parecía real? ¿Tuviste la sensación de que alguien te acompañó durante un momento difícil o duro de sobrellevar? Pueden ser circunstancias diversas. Por ejemplo, salir ileso de un gran accidente, o incluso haberlo evitado. Pasar por un lugar peligroso y sentirte acompañada. Recuperarte milagrosamente de una enfermedad. Sentir que cuando ya no tenías más fuerzas “algo” o “alguien” te animó a seguir luchando.

El texto de hoy trata de una “situación extraña”. Pedro está encarcelado, tiene muchos guardias que lo vigilan, y de pronto aparece un ángel que lo libera y acompaña hacia un lugar seguro. Podríamos argumentar extensamente acerca de si fue real o no, si fue un sueño o una visión.

Lo que sí debemos destacar y reconocer es que Dios no abandona a los suyos. Nunca. Jamás. Quizá por momentos nos sintamos solos, presos de algún problema o preocupación. Pero debemos confiar en que Dios siempre nos envía a alguien para que nos cuide, anime, proteja y ayude. Puede ser un ángel o alguien de nuestro entorno más cercano.

El Señor es mi pastor, ¿qué me puede faltar? Aunque cruce a oscuras ningún mal temeré. (Canto y Fe Nº 229)

Susana Carolina Plem

Hechos 12,1-17

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