Mi amado me dijo: “Levántate amor mío; anda, cariño, vamos. ¡Mira! El invierno ha pasado y con él se han ido las lluvias. Ya han brotado flores en el campo, ya ha llegado el tiempo de cantar, ya se escucha el arrullo de las tórtolas. Ya tiene higos la higuera, y los viñedos esparcen su aroma…”

Cantares 2,10-13

¡Hermosa poesía de una persona enamorada! Habla a su pareja con ternura y delicadeza. Vivimos tiempos en que muchas parejas y familias se tratan con palabras groseras y ofensivas. Y las palabras definen y delatan a quien las pronuncia.
La descripción del cambio de estación, del invierno a la primavera, que hace el autor bien puede interpretarse también como situaciones que toda pareja o familia deben afrontar. El invierno nos remite a las dificultades que ponen a prueba las relaciones entre las personas. Una de las circunstancias más difíciles del último tiempo fue la pandemia a nivel global. Esta realidad y la forma de abordarla pusieron a prueba las relaciones de muchas familias, que tuvieron que permanecer aisladas y compartir encerradas más horas que las acostumbradas, con fricciones, alteraciones y discusiones. Aumentó la violencia doméstica y los femicidios. El aislamiento también enfrió muchas relaciones, por la imposibilidad del encuentro y el contacto personal.
Pero el autor de los Cantares presenta un panorama esperanzador y promisorio: “El invierno ha pasado… han brotado las flores… ha llegado el tiempo de cantar… se escucha el arrullo de las tórtolas… tiene higos la higuera… los viñedos esparcen su aroma…” Decimos a veces: “No hay mal que dure cien años”.
Y así también, quienes se aman, se respetan y se cuidan mutuamente, disfrutan del regreso de la primavera, floreciente y fructífera… pues el amor perdura inquebrantable, por más crudo que sea el invierno.
Bellas flores guarda el bulbo, la semilla un manzanal; el capullo nos promete mariposas a volar. En el frío y crudo invierno primavera oculta está. ¿Cuándo y dónde? No sabemos: sólo Dios nos lo dirá. (Canto y Fe Nº 219)

Bernardo Raúl Spretz

Cantares 2,8-3,11

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