Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.

1 Juan 5,20

¡Que feo que es ser cristianos de la boca para afuera y no poder dejar que el evangelio nos ayude a cambiar para ser mejores personas! Algunas personas pueden sentir que porque están bautizadas y pertenecen a la iglesia ya saben todo mejor que los demás, y que son más puros que los demás. El único que sabe todo mejor es Dios. Jesucristo además de estar bautizado, también se comprometió con toda su vida hasta la muerte y esa vida compartida sigue tan viva como hace dos mil años a través de su Espíritu Santo.
La vida de fe no se trata de ser puros y perfectos en el cumplimiento de las leyes y los reglamentos, porque eso nos lleva a ser legalistas y moralistas. Esta actitud nos lleva a perder de vista la misericordia, y terminamos haciendo diferencia entre la gente cuando en realidad todas las personas son iguales para Dios.
Jesús lleva el amor en la sangre. Nadie puede ser como Jesús en amor. Dios tampoco nos exige ser como Él. Dios nos invita a compartir su forma de vida y su enseñanza como iglesia, como comunidad, como cuerpo de Cristo. El evangelio se vive de verdad como iglesia al anunciar su palabra, compartir sus sacramentos, al orar juntos en comunión y al entregarnos de forma solidaria en la diaconía, sin juzgar ni maltratar a nadie.
Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la participación del Espíritu Santo estén con todos ustedes. (2 Corintios 13,13)

Jorge Weishein

1 Juan 5,13-21

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