Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho…

Juan 4,29

Viajamos más de 1000 km para conocer una de las siete maravillas del mundo: “Las cataratas del Iguazú”, para llegar a la famosa Garganta del Diablo, donde se contempla un asombroso espectáculo de aguas cayendo a raudales en un abismo escalofriante. Debíamos recorrer largas pasarelas que a mí me aterraban, sentí miedo, no me animé a cruzar, me quedé en un lugar seguro mientras mi marido avanzó con dos de mis pequeñas hijas.
Ellos llegaron a ver el maravilloso espectáculo y a su regreso estaban maravillados de lo que habían visto. Podían contar a otros de esa maravilla pues la habían contemplado.
¿Acaso no pasó algo similar con la mujer samaritana que al encontrarse con Jesús quedó maravillada de lo que él le había dicho?
Fue el testimonio de la mujer quien acercó a los aldeanos a Jesús, quienes creyeron no solo por lo que ella les había contado, sino por lo que escucharon de Jesús mismo.
Hoy somos nosotros quienes debemos dar testimonio de lo que Dios hizo y sigue haciendo en nuestras vidas, pero para ello es necesario tener un encuentro personal con Él como esta mujer.
¿Cómo tener un encuentro personal?
¡El que busca encuentra! Búscalo en oración, en la meditación, en la lectura de su palabra.
¿Qué sucede luego del encuentro?
Nuestra vida tomará un nuevo rumbo; nuestros gestos, nuestras palabras, nuestras actitudes y nuestro accionar hablarán de la presencia de Dios en medio nuestro, él será nuestra prioridad y por añadidura recibiremos todo lo demás.

Amalia Elsasser

Juan 4,27-42

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