Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, sin distinción de personas; por los jefes de estado y todos los gobernantes, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, con toda piedad y dignidad.
1 Timoteo 2,1-2
Según algunos comentarios sobre textos bíblicos, estas cartas a Timoteo no habrían sido escritas por Pablo. Se supone que fueron redactadas después de la muerte de Pedro y Pablo como mártires en Roma y que tuvieron como objetivo defender la doctrina ante circunstancias desfavorables y velando por la formación de los ministros de la Iglesia.
De todos modos, en varios textos Pablo destaca la confianza que le inspiraba Timoteo en la tarea misionera y eso nos hace reflexionar sobre estas recomendaciones sin perder de vista las diferencias que pueden plantear las distancias en épocas y culturas.
En los dos primeros versículos resulta fácil coincidir con las recomendaciones dadas a Timoteo. De hecho, en las oraciones comunitarias acostumbramos pedir a Dios por nuestros hermanos y hermanas, por nuestra Iglesia, nuestras obras diacónicas y por la comunidad toda.
Con respecto a las autoridades, es sencillo pedir por los dirigentes de nuestra Iglesia y de muestra Congregación. Pero en los últimos tiempos se complica – en el caso de Argentina orar por las autoridades políticas. Si bien todos sabemos que es imperativo pedir a Dios que ilumine a nuestros dirigentes para que actúen por el bien de todos debemos hacerlo con precaución, evitando herir susceptibilidades. Dios sabe que vivimos una época difícil y confiamos en su misericordia para guiarnos.
Amén.
María Teresa Rolón