Y tú, Jeremías, romperás la vasija a la vista de los hombres que te acompañen, y les dirás: “Esto dice el Señor Todopoderoso: ‘Voy a destruir a este pueblo y esta ciudad como quien rompe en mil pedazos la vasija de un alfarero, que ya no se puede reparar; y en Tofet enterrarán a los muertos porque no habrá más lugar’.”

Jeremías 19,10-11

Confieso que desde pequeño siempre tuve mis dificultades con la imagen del “Dios castigador”. Quizás porque necesitaba el Dios de la misericordia, el Dios del amor. Pero podría ser que a imagen del texto, temía que algo con el castigo se rompa, y ya no se vuelva atrás. Como la vasija de Jeremías. Por decepción, por desobediente, y en éste caso, por la infidelidad del pueblo escogido por Dios. Tofet era un lugar cercano a Jerusalén, donde sacrificaban niños al dios Moloch, quemándolos vivos.

La vasija, se rompió. Como se rompe la confianza, Dios quiere advertir en este gesto, el peligro con el que nos enfrentamos con una infidelidad, con romper una relación. Pero Dios usa el ejemplo de esta vasija para una enseñanza, para que aprendamos, y nos cuidemos. No solo en la relación con Él, sino con todos nuestros hermanos y hermanas. Tendremos que juntar los pedazos, y reconstruir. Que seguro será difícil y no quedará igual. Será algo nuevo, quizás distinto. Será importante no olvidar de la enseñanza, para no volver a lo mismo. Pero por Cristo sabemos que siempre podemos confiar en el amor de Dios, y que si nos arrepentimos de corazón podemos volver a comenzar, confiados en que su misericordia no nos abandonará.

Dios mío. Nunca me dejes abandonado de tu perdón. Ayúdame a reconstruirme en tu amor, habiendo cambiado mi vida en tu voluntad. Amén.

Ricardo Schlegel

Jeremías 19,1-13

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print