(Jesús) les dijo a los fariseos: “¿quién de ustedes, si su hijo o su buey se cae a un pozo, no lo saca enseguida aunque sea sábado?” Y no pudieron contestarle nada.

Lucas 14,5-6

No era la primera ni la única vez que Jesús curaba en un día sábado.

Nuestro texto nos relata la sanación de un enfermo de hidropesía en casa de un jefe fariseo.

El hecho de “trabajar” en el día de reposo lo convertía en transgresor de la ley para los escribas y fariseos.

Jesús sabía que lo estaban espiando, acechando; y que quizás aquel enfermo fuera ubicado intencionalmente ante sus ojos para ver qué haría.

Pero Jesús no se acobarda ante la posible trampa. Se respalda en sus propias leyes y costumbres que autorizaban sacar un animal de un pozo, aún si caía en sábado. ¡Cuánto más si se trata de una persona que está sufriendo!

Incluso en el capítulo anterior se da una situación similar cuando Jesús sana a una mujer jorobada desde hacía dieciocho años. Y los llama hipócritas porque también en sábado desatan un burro o un buey para dales de beber. (Lucas 13,15)

Debemos ser cuidadosos con relación al tercer mandamiento. Es loable santificar el día de reposo (domingo a partir de la resurrección de Jesús), pero no convertirlo en una lista de prohibiciones.

Haremos bien en ayudar al prójimo, aliviar algún dolor, visitar algún enfermo, acompañar a algún solitario. Sería una excelente manera de cumplir con el mandamiento.

Señor, que el día en que celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, sea una ocasión propicia para el descanso, la meditación, la reflexión, la comunión. Que no prioricemos el trabajo, la comida, el fútbol, el cansancio sobre la necesidad de alimentar nuestro espíritu. Amén.

Stella Maris Frizs

Lucas 14,1-6

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