Saúl ordenó a sus oficiales: – Busquen alguna mujer que invoque a los muertos, para que yo vaya a hacerle una consulta…
1 Samuel 28,7
Cuando Israel y los filisteos se van a enfrentar, y Saúl ve la cantidad de enemigos, le agarra pánico. Quiere comunicarse con Dios para saber qué hacer. Pero Dios ya no habla con él, debido a su maldad. Por eso Saúl acude a una adivina para que lo comunique con Samuel… a quien Saúl no escuchó cuando estaba vivo.
En momentos de desesperación uno acude a lo que sea para encontrar respuestas. Y eso es peligroso, porque muchos aprovechan la situación de desesperación para sacarle plata. Saúl mismo le dijo a la adivina lo que quería escuchar… quería ver a Samuel y la adivina, le hizo creer que vio a Samuel.
En Deuteronomio 18 la Biblia habla en contra de todas esas prácticas de adivinación, brujería y esas cosas. Y sin embargo hoy en día encontramos infinidad de variantes de esas prácticas, y muchos cristianos que acuden a esas costumbres.
Y también creemos en los horóscopos y en las cartas natales y en esto y en aquello…
Cuando el rico le pide a Abraham que envíe a Lázaro a prevenir a sus hermanos acerca del inferno (Lucas 16), éste le dice que ellos ya tienen a los profetas, si no los escuchan a ellos, tampoco escucharán a los muertos.
Cuando el miedo y la desesperación nos invaden, podemos estar seguros de que, si nos aferramos al Cristo resucitado, él nos va a dar paz… Y esa paz nos va a ayudar a enfrentar todas nuestras angustias. Si necesitamos ayuda, podemos acudir a él.
En el Apocalipsis se nos cuenta de una sola persona que estuvo muerta y ahora vive y se comunica con nosotros. Esa persona es Jesucristo, el Hijo de Dios. Estuve muerto pero vivo por los siglos de los siglos, amén. (Apocalipsis 1,18)
Jesús venció la muerte por vos y por mí, y regresó con inmenso poder, para guiarnos y ayudarnos. Confiemos sólo en él.
Pablo Münter
1 Samuel 28,3-25