Yo ya lo he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios.

Juan 1,34

Queridos lectores y queridas lectoras, este es el tercer día que tenemos la oportunidad de reflexionar juntos, y hoy continuamos con la lectura del evangelio de Juan, siguiendo con el relato de Juan el Bautista.

Esta vez ya no hay preguntas, sino que hay afirmaciones, hay declaraciones de fe. Juan reconoce a Jesús y proclama ante quien quiera escucharlo, que aquel hombre era realmente el Hijo de Dios, que sobre él realmente había descendido el Espíritu y que era el Cordero de Dios. Aquel hombre, llamado Jesús, bautizaría con el Espíritu Santo y ya existía desde antes.

Juan nos declara su fe, nos da su testimonio puro y único, pues él lo había visto con sus propios ojos. Él nos cuenta para que a través de su relato (y de muchos otros) nosotros también podamos creer en aquel Jesús que estaba lleno del Espíritu Santo y que ha venido y caminado entre la humanidad, mostrándonos que él era el verdadero Mesías. A través de este Jesús nosotros somos también hijos e hijas de Dios, y también sobre nosotros viene el Espíritu y queda junto a nosotros.

Así como a Juan, también a cada uno de nosotros, se nos invita a declarar nuestros testimonios y vivencias de fe, para que muchos otros lo oigan y puedan, quizás,creer.

Que podamos tener una fe tal que se vea reflejada en nuestras acciones y Dios sea una realidad en cada una de nuestras realidades. Amén.

Karla Steilmann

Juan 1,29-34

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