“Pero otra parte cayó en buena tierra; y creció, y dio una buena cosecha, hasta de cien granos por semilla”. Esto dijo Jesús, y añadió con voz muy fuerte: “¡Los que tienen oídos, oigan!”

Lucas 8,8

La parábola del sembrador es una de las más conocidas, pero siempre actual, sobre lo que Jesús decía. Las semillas, o sea la palabra de Dios, caen sobre distintas condiciones del terreno. Las que caen junto al camino están expuestas a ser pisoteadas por las personas a las que no les interesa el evangelio, y muy pronto serán olvidadas. A las que caen sobre piedras les faltan condiciones para germinar, así también la palabra de Dios no puede hacer efecto en corazones duros. Las que caen entre espinos son como si quisiéramos difundir la palabra de Dios en un concierto de Rock, habría alguno que la escucharía, pero la mayoría prefiere cantar y gritar al compás del Rock.

Por último, tenemos las semillas que cayeron en tierra fértil. Significa que hay que trabajar primero, arar, desmalezar, abonar, sería como cuando vamos al Culto. La parte litúrgica, las canciones, oraciones, nos preparan para escuchar la palabra de Dios en el Sermón.

Por eso son importantes las reuniones, los estudios bíblicos, participar en los encuentros que se realizan en la Congregación y la Iglesia. Es así como se prepara un terreno fértil a la palabra de Dios. Y no solamente escucharla, sino también ponerla en práctica.

Los ángeles no son enviados a cambiar un mundo de dolor en un mundo de paz. Me ha tocado a mí hacerlo realidad; ayúdame, Señor, a hacer tu voluntad. (Canto y Fe N° 150)

José Wenninger

Lucas 8,4-15

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