Si alguno se cree muy religioso, pero no refrena su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no vale. La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo.

Santiago 1,26-27

Decime Cris, ¿de qué religión sos?

Me bautizaron de bebé, pero no creo en la Iglesia ni en Dios: soy atea. Ayudo un par de horas por semana en un barrio carenciado haciendo apoyo escolar y charlando con las mujeres que son golpeadas por sus parejas, y un domingo por mes almuerzo en casa de mi abuela que está muy sola en un asilo. También milito en un grupo que lucha contra la corrup-

ción y la impunidad.

Cris no cree en Dios, pero practica la religión verdadera y perfecta.

Parece que Dios también da espacio para personas como Cris. Para aquellos que no pueden creer en él, o que no sienten la necesidad de hacerlo.

No es el caso tuyo, que estás leyendo, ni mío que estoy escribiendo esta reflexión.

Nosotros sí creemos en él. En algún momento nos dejamos seducir por él y nunca pudimos soltarnos.

A nosotros se nos pide refrenar nuestra lengua. No juzgar a Cris.

Imitarla en la administración útil de su tiempo.

¡Quién te dijo que Cris no pueda ser seducida por nosotros!

Juan Pedro Schaad

Santiago 1,19-27

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print