Tú, sigue firme en todo aquello que aprendiste, de lo cual estás convencido. Ya sabes quiénes te lo enseñaron. Recuerda que desde niño conoces las sagradas Escrituras, que pueden instruirte y llevarte a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.

2 Timoteo 3,14-15

Pablo escribe a Timoteo, conocedor el Antiguo Testamento desde su niñez. Cuando Pablo le escribe: “Ya sabes quiénes te lo enseñaron”, se refiere a la abuela de Timoteo, Loida, y a su madre, Eunice, como podemos ver en 1 Timoteo 1,5. Allí también menciona la fe sincera de Timoteo, que le infundieron estas dos mujeres. Este testimonio llenó su corazón de profunda convicción. Me pregunto: ¿Qué es lo que sucede en nuestros días? ¿Existen todavía las abuelas y madres que dialogan con sus nietos/as y con sus hijos/as sobre su fe en Jesús? Se enseña no solamente con las palabras, sino con el ejemplo. Observo con frecuencia que la educación cristiana ocupa un espacio muy secundario entre las prioridades de las familias. Muchas “delegan” esta tarea en la catequesis de la iglesia. Y a veces ni eso.

Pero, ¿cuánto puede influir la catequesis de una hora y media semanal o cada dos semanas en comparación con todo el resto del tiempo en que los niños y niñas están en la casa, en la escuela, en la calle, en el club o en otros ámbitos? Muchos/as adolescentes llegan al curso de confirmación sin el mínimo conocimiento bíblico, con una Biblia prestada de una abuela, por no tener una en la casa, no sabiendo el Padrenuestro ni los mandamientos. Pablo dice que “la fe nace por el oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo”. (Romanos 10,17) Y es por medio de esa fe que alcanzamos la salvación.

Tu palabra es, oh Señor don precioso de tu amor, que contiene con verdad tu divina voluntad, que me dice lo que soy de quién vine y a quién voy… (Canto y Fe Nº 111)

Bernardo Raúl Spretz

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