Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.

Romanos 4,7

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“¡Eso no se piensa!” “¡Eso no se hace!” “¡Eso no se dice!”

Cuántos modos de manipular la inocencia, condenar al que necesita, amedrentar a la que sufre a causa de sus errores.

Tantas formas de coartar la vida de quien tropezó y vive atemorizado, señalado con el dedo, escondiéndose de sus temores.

Mil y una maneras de cerrar puertas y acusar al que se equivocó, la que intentó cruzarse a tiempo, pero en su atropello, dejó atrás al que venía más despacio.

Formas y vericuetos, expuestos de manera descarnada, para “enrostrar” a quien “le erró feo” y ahora se la pasa echándose culpas.

“¡Eso es pecado!”, dicen por ahí, y apuntan otra vez sin piedad. Bienaventurados aquellos… cuyos pecados son cubiertos, dice la palabra de Dios.

Cabe preguntar, qué partido tomará Dios: ¿El que le marca el pasaje al infierno a su hermano sin segundas palabras, o el de quien muestra su misericordia, más allá de los errores?

Eugenio Albrecht

 

Romanos 4,1-12

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