El ángel le dijo: Corre y dile a este joven: Tantos serán los que habiten en Jerusalén, y tanto ganado tendrán, que la ciudad no tendrá muralla alguna”.

Zacarías 2,4

Esta invitación de Dios significa mucho más que la reconstrucción del templo: apunta hacia una nueva sociedad reconciliada que ya no necesita de los muros de contención militar. La invitación es a ir creando una comunidad humana atravesada por el respeto mutuo y la adoración al Dios de la libertad.

La visión profética del Siglo VI a/C. sigue estando tan vigente hoy como en aquel entonces. Continuamos orando y soñando por un mundo de justicia, equidad y armonía con la Creación entera. Sin embargo, ¡qué difícil nos resulta lograrlo! Pues siempre pretendemos que la otra persona cambie, mientras uno mismo permanece intransigente. El mandato de Dios no es que renunciemos a nuestra fe sino a cómo vivimos el día a día, no sólo por nosotros mismos sino en nuestras relaciones con las personas que también están en la búsqueda de la libertad pero piensan de manera diferente.

¡Qué bueno este tiempo de Adviento para que reflexionemos sobre nuestras actitudes, que muchas veces son de intransigencia!

¿A quién abriste la puerta la pasada Navidad? ¿A quién se la vas a abrir la Navidad que vendrá? Pensá si no están afuera la María y el José, porque cada aniversario esto vuelve a suceder. (Canto y Fe Nº 27).

Wilma E. Rommel – Álvaro Michelin Salomon

Zacarías 2,1-9

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