¿Qué importa? De cualquier manera, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo; y esto me causa alegría. Y todavía me alegraré más.

Filipenses 1,18

Visitando una de las grandes catedrales en Alemania tuve oportunidad de conocer de cerca el órgano de tubos. El organista me mostró una máscara de diablo (una figura roja con cuernos) que sobresalía en uno de los costados. Al apretar la nota más grave en el teclado, el aire y el sonido salían por la boca de este diablo.

Con este agregado, el constructor quiso ejemplificar que en el concierto de Dios hasta el diablo tiene una nota para dar. Es más, el diablo, el que divide, el que genera el mal, es tan sólo una herramienta, un agregado en el plan de Dios.

Pablo había escuchado que personas con poca sinceridad anunciaban también a Cristo. Él no se preocupa, ya que ¡de todas formas se está anunciando a Cristo!

En nuestro tiempo tenemos una proliferación de grupos, con personas que actúan en calidad de pastores, que arman iglesias en nuestros pueblos y ciudades. Es cierto, esto nos preocupa porque el Evangelio que anuncian no siempre es fiel. Pero es sabia la mirada de Pablo en el sentido de que no nos preocupemos, ni por el cómo ni por el dónde. Lo importante es que el Evangelio se anuncie.

El Reino se propaga a costa de Dios, y nosotros somos tan sólo servidores. El progreso del Evangelio está dado gracias al Espíritu Santo, a Cristo, a Dios mismo.

Nosotros podemos participar, estamos invitados, estamos desafiados a hacerlo, pero no depende exclusivamente de nosotros.

Waldemar von Hof

Filipenses 1,12-18ª

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