Sepa todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.

Hechos 2,36

No hay que despreciar una teoría científica porque se opone al sentido común. En efecto, parece que el Sol gira alrededor de la Tierra pero hoy sabemos que no es así. Suena absurdo que el tiempo transcurra a distinta velocidad según el movimiento y el lugar del universo, pero algo así dice la teoría de la relatividad, la cual se va confirmando con diversos experimentos y mediciones. En cuanto a la evolución, algunos dicen que sostener que los organismos complejos descienden de simples moléculas orgánicas es como creer que agitando una caja con componentes electrónicos se va a poder obtener un aparato de radio. Sin embargo, cada vez se sabe más cómo la selección natural hace que la descendencia de un organismo resulte más compleja y adaptada al ambiente que sus antecesores. La clave está en que las experiencias diarias no dan muchos elementos para entender la larga historia del universo y la vida sobre la Tierra. La crucifixión de Jesús también nos coloca frente a un aparente absurdo. Se trata de una humillación y un crimen del que somos responsables pero finalmente el despreciado resulta ser quien nos salva. Las malas experiencias de la vida pueden hacernos parecer esto imposible, pero si creemos en una justicia que va más allá y en la misericordia de Dios, podemos reconocer que el crucificado tiene un rol en nuestras vidas y en toda la Historia.

Tomás Tetzlaff

Hechos 2, 29-36

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