Jesús hizo muchas otras cosas; tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse.

Juan 21,25

Con estas palabras termina tanto el capítulo 21 como el Evangelio de Juan. Se termina el relato pero no se cierra la historia. Es un final abierto que nos llama a la reflexión.
¡Tantas cosas son contadas en este evangelio (y en los otros) e incluso situaciones únicas! ¿Y aun así no se ha contado todo? Claramente fue hecha una selección de relatos, los más importantes quizás, o incluso los más llamativos ¿pero qué fue lo que no se escribió aquí?
Este es un versículo magnífico, porque nos invita a usar algo mágico: la imaginación.
Imagínense cuántos relatos de sanación no están escritos, pero ciertamente han quedado grabados en los corazones de quienes fueron sanados y sanadas.
Imagínense cuántos otros milagros obró Jesús y cuántas vidas habrá cambiado y, aunque los hechos no están detallados en libros, las personas quizás los siguieron contando y recordando en su círculo íntimo y fueron mantenidos por generaciones.
Obviamente me doy cuenta de que, si, en aquel entonces, la obra de Jesús era tal que no se podía escribir en libros; imagínense cuanto más si quisiéramos escribir hoy para contar todo lo que ha obrado a través de la historia.
Imagínense… Imagínense… que lo que Juan contó fue suficiente para que tengamos fe en ese Jesús que vino para enseñar a los humanos como ser más humanos entre sí. Imagínense la grandiosidad de ese único hecho… Imagínense.
Grandes y maravillosas son tus obras Señor Dios todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. (Canto y Fe Nº 438).

Karla Steilmann

Juan 21,20-25

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